Un reciente reportaje periodístico ubicó a la Municipalidad de Coquimbo como una de las con mayor gasto en remuneraciones. Al respecto el Alcalde contestó que la Municipalidad suele no externalizar sus servicios. En términos analíticos el Alcalde tiene razón, lo correcto es comparar peras con peras y manzanas con manzanas. En consecuencia, cabe analizar las acciones que corresponden a esta administración, acciones cuyo registro objetivo se encuentra en el prepuesto 2017 y 2018, tanto como en la ejecución presupuestaria 2017 y la última cuenta pública.
Vamos por parte. El 2016, último año de Cristián Galleguillos como Alcalde, Coquimbo presupuestaba al año 9.434.600 millones en remuneraciones, el 2017, ya con Marcelo Pereira a la cabeza, el presupuesto aumentó a 12.108.667 millones de pesos anuales (2.674.067 millones más).
De parte de la administración en cuestión podrían argüir que dicho presupuesto fue aprobado por la administración anterior, por lo que no serían responsables del aumento. Hasta cierto punto tendrían razón, por lo que lo correcto sería revisar la ejecución de dicho año, ya que su responsabilidad es total. Sorpresa: el gasto real estuvo muy por sobre lo presupuestado, es decir, no fue de 12.108.667 millones anuales (que ya era alto), sino que de 17.250.710 millones, es decir, 5.142.043 millones más que lo aprobado por el concejo en noviembre del 2016 (y 2.464.173 millones más que la ejecución presupuestaria 2016). Simplemente impresentable.
Pero esto no termina aquí. Miremos ahora el presupuesto actual, el del 2018. Nuevamente sin encontrar argumento plausible el presupuesto para el ítem de remuneraciones ascendió de 12.108.667 a 16.961.160 (4.852.493 millones más que el presupuesto 2017), esto en conciencia del aumento de la deuda e incluso de la eventual puesta en prenda de importante patrimonio coquimbano (leaseback aprobado a principio del 2018). Simplemente inentendible.
Al respecto, la administración actual podría decir que ha aumentado el presupuesto porque también han aumentado los ingresos (Ingresos: 39.467.714 el 2017 – 51.932.780 el 2018), por tanto cabe analizar estos aumentos proporcionalmente a los aumentos en los ingresos. Sorpresa: en términos presupuestarios el gasto fluctuó de la siguiente forma: 25,5% el 2016; 30,7% el 2017 y 32,7% el 2018. Y en términos de ejecución, el gasto pasó en un solo año de 39,9% (2016) a 43,7% (2017). Simplemente un desastre.
A la luz de los datos y de los hechos, es claro que el Alcalde Marcelo Pereira no ha tomado las decisiones para cambiar esta realidad, al contrario, con su administración esta realidad se ha acentuado aún más. Lo que en términos concretos hace imposible aportar significativamente a la mejora de la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. Pero hay algo más lamentable aún: el responsable no es capaz de responsabilizarse. Una realidad verdaderamente frustrante para quienes queremos una mejor ciudad; por lo que a dos años de una nueva oportunidad para cambiar la administración pareciera necesario recordarle al Alcalde que él es el Alcalde.
Cristóbal Reyes B.
Sociólogo e Investigador
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