El 10 de Septiembre de 1961 todo estaba preparado en Monza para la Edición 31 del Gran Premio de Italia (Monza) de Fórmula 1. El alemán Wolfgang Von Trips era el líder del mundial y una victoria le proclamaría campeón. Pero el imperdonable destino decidió que era el momento de partir.
Se respiraba un ambiente de excepción de cara a la carrera. El domingo se presentaba tremendamente prometedor para Wolfgang Von Trips. El sol lucía sobre el asfalto de y pilotaba el auto más potente de la parrilla. Por si fuera poco iba a arrancar desde la ‘pole position’ por primera vez en lo que iba de temporada.
Jim Clark , séptimo en la parilla conducía para escudería Lotus y logró empatar la posición de Von Trips y en la famosa, pero trágica curva parabólica de Monza, el alemán chocó las ruedas del auto de Clark y el Ferrari salió volando hacia el público que abarrotaba esta mítica curva. El resultado fue desolador.
Wolfgang Von Trips, que fue lanzado fuera de su auto, falleció en el acto y quedó tendido sobre el asfalto de la curva mientras su Ferrari acababa con la vida de 14 espectadores. De forma increíble, Clark salió ileso de su destrozado Lotus, reseñó alcsports.weebly.com.
El fatícido accidente de 1961 en Monza marcó la pista y el anillo peraltado de alta velocidad cayó en desgracia. Nunca más se volvería a utilizar para la Fórmula 1. Pero la pista, considerada por algunos como “El templo de la velocidad”, no perdió su esencia.
Esta altísima velocidad a la que se corre por Monza se llevó por delante la vida de otros ilustres campeones. En 1970 Jochem Rindt, uno de los pilotos más veloces de toda la historia, perdería la vida justo en el mismo lugar que Von Trips, y en 1978, el añorado Ronnie Peterson, se accidentaría después de la salida del GP y moriría al día siguiente en un hospital de Milán.
Agencia
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