La hoguera empieza a humear a los pies de nuestros honorables parlamentarios, otra vez. El combustible en esta pasada son los viáticos de traslado a su lugar de trabajo. Jugosos: 4 viáticos equivalen a un sueldo mínimo. También les sirve de seguro de accidentes de trabajo. Si algo les pasa en el camino están cubiertos.
¿Es feo? Sí y no. En esta pasada, la culpa es del chancho y también del que le da el afrecho.
Claro que es excesivo que sobre todas las asignaciones que tienen, más aún reciban dinero para alojarse y comer antes de llegar al trabajo. Pero es totalmente justo (y legalmente obligatorio) que si un diputado por Parinacota debe emprender viaje desde su región el día anterior, para llegar a trabajar, tenga un seguro que lo cubra en el camino. No es su culpa trabajar tan lejos de su lugar de origen.
Lamentablemente el estatuto administrativo no contempla viáticos sin pago (solo con seguro).
Pues bien. ¿Hay un dolo en los parlamentarios en cobrar calladitos una asignación que no necesitan? Sí. ¿Es su culpa que no exista una forma de viajar asegurados pero sin cobrar? No.
¿Es condenable que no hayan hecho nada al respecto en ya varios años? Sin duda.
¿Es un problema solo del Congreso? No. Todos los funcionarios del Estado tienen la misma prerrogativa. La diferencia es que como todos viven más cerca de su lugar de trabajo, no lo usan.
Pero miremos hacia adelante mejor (si lo hacemos hacia atrás ninguno queda bien parado). Una fórmula sería aprobar un seguro de traslado separado del viático. Otra es permitir el viático acotado y contra rendición (aunque habría un costo para revisarlo no menor).
Seguramente hay más fórmulas para resolver esta engorda silenciosa que se dio mientras mirábamos para el lado. Es cosa de voluntad.
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