Ya cumplida la primera meta de Coquimbo Unido en su participación en la Primera División A del fútbol chileno, llegando a los 30 puntos y con eso garantizando virtualmente su permanencia en la categoría, viene la segunda parte de los objetivos. Y está encaminado.
Hablamos de la participación en copas internacionales, donde el elenco pirata ya tuvo una experiencia, la inolvidable participación en la Copa Libertadores del año 1992. Hoy la institución pirata se encuentra a sólo 3 unidades del segundo cupo directo a la máxima competencia continental y en zona de clasificación a la Copa Sudamericana, lo que tiene más que esperanzado a todo el pueblo coquimbano en alcanzar lo que hace unos años estaba sólo en la órbita de los sueños y anhelos deportivos.
Protagonistas de esta realidad son la dirigencia, plantel de jugadores y por sobre todo el cuerpo técnico, liderado por Patricio Graff. El rosarino es el referente, la guía y el líder de este proceso que ha llevado a Coquimbo no sólo a lograr el ansiado ascenso a la Primera A, sino que ahora también lo tiene “embriagado” en un sueño de copas; sueño que cada vez se va transformando en algo concreto, real, al alcance de la mano.
Sin duda que esa ilusión aún tiene pasos por dar y ante eso lo peor es la confianza excesiva. Con confianza pero no confiado, convencido pero no engreído.
Nadie le quita al hincha la posibilidad de pensar en viajar por el continente con el pirata el en pecho y la casaquilla aurinegra en la cancha, ya que sólo sería el premio justo y la culminación de un proceso bien planificado y, por sobre todo, extraordinariamente bien dirigido por un entrenador que ha pasado a ser más que un técnico de fútbol, sino que se ha erigido como un verdadero paladín, el caudillo que es el depositario de las aspiraciones de todo el “planeta Coquimbo”.
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