Con una atención promedio de 120 pacientes diarios, los equipos multidisciplinarios de la Unidad de Emergencia del Hospital San Pablo, han debido adaptarse a transformaciones complejas y desafiantes que el contexto sanitario actual les exige a diario.
Sin duda, la atención médica de urgencias requiere de un sistema fuerte, organizado y compuesto por un equipo competente y versátil que sea capaz de prestar el soporte inicial a los pacientes que ingresan al hospital en condiciones de gravedad o con patologías agudas.
Es por esto que cada 27 de mayo a nivel mundial se celebra el Día de la Medicina de Emergencia. Instancia establecida con el fin de lograr una reflexión abierta y donde todos los dispositivos de atención de urgencias de nivel primario, pre hospitalario y hospitalario, puedan visibilizar su rol fundamental y relevar la importancia de contar con un sistema bien estructurado y recursos suficientes para ser eficaces y eficientes en la atención de los pacientes.
Al respecto, el urgenciólogo del Hospital San Pablo, doctor Nazareno Carvajal destaca que “el día de la medicina de urgencia parte como una iniciativa cuyo principal objetivo es que se hable de este tema. Desde el punto de vista clínico, haciendo énfasis en comprender las competencias que deben tener todas aquellas personas que intervienen en la atención de urgencia; desde el punto de vista administrativo, para evaluar los recursos humanos y físicos, y político, a través de planes estratégicos para hacer que todo el sistema de emergencia funcione mejor”.
Transformaciones y desafíos en pandemia
Con un promedio de 120 atenciones diarias el equipo de la Unidad de Emergencias del hospital porteño ha debido adaptarse a las múltiples exigencias que la pandemia por Covid-19 ha sumado a su desempeño diario.
Así lo indica el doctor Carvajal, quien reconoce el gran impacto que ha generado la pandemia en diversos frentes. “Los dispositivos de urgencia han sufrido grandes transformaciones. Partiendo en nuestro caso porque las urgencias se dividieron en dos grandes áreas: respiratorio y no respiratorio. Esto implicó hacer cambios en infraestructura con gran celeridad. Esto ha sido muy relevante en nuestro funcionamiento, ya que significa que médicos, enfermeras, técnicos paramédicos o auxiliares muchas veces deben estar divididos en sectores. Esto implica un aumento de la necesidad de recurso humano que se ha debido ordenar y fortalecer con capacitaciones”.
No obstante, el urgenciólogo destaca que antes de la pandemia la Unidad de Emergencia del Hospital de Coquimbo, ya había comenzado con una preparación para la atención de mayor gravedad en sus pacientes. “Los pasos previos que se dieron antes de la pandemia nos sirvieron para conocer todo lo que implica montar estos sistemas de UCI en la unidad y empezarlos a utilizar. Tuvimos que adquirir monitores, equipos para tener resultados de exámenes más rápido, habilitar camas de mayor complejidad y todo lo necesario, por lo tanto, la pandemia nos encontró con un camino ya avanzado”.
Pero no solo la atención de pacientes y la organización de los equipos ha sido un desafío para este equipo, sino que las restricciones en la comunicación entre pacientes, sus familiares y el personal médico sin duda ha sido uno de los aspectos más duros que les ha puesto esta situación. Es por esto que el recinto de salud ha debido implementar diversas estrategias para mantener este nexo, a través de la figura del equipo de orientadores que son el nexo entre el equipo clínico y los familiares y los llamados telefónicos, al menos una vez al día, a los familiares o persona de significancia de pacientes que deben mantenerse en la Unidad de Emergencia.
“La relación médico, familiar y paciente se ha visto truncada por la pandemia. Dar malas noticias por teléfono de forma no presencial es muy difícil. Antes teníamos algunas formas que manejábamos ante estas situaciones, tales como, la disposición corporal, poder mirar el rostro e identificar las emociones de esa persona que está recibiendo una noticia y poder contenerlo, ahora nada de eso podemos hacer. Entregar malas noticias y que no puedan venir a ver a su familiar, estar con ellos en sus últimos momentos, es super duro y es algo que hemos sufrido todos como equipo. Donde no nos queda más que acompañar a ese paciente en ese momento y nosotros hacer como si fuésemos su familia y tratar de transmitirle lo que los familiares hubiesen querido hacer en ese momento que es acompañarlo”, expresó el urgenciólogo Nazareno Carvajal del Hospital San Pablo.
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