Ha pasado más de una semana desde que el Ministerio de Salud informara a la comunidad que el uso de mascarilla dejaría de ser obligatorio, una noticia que por muchos fue recibida con gran entusiasmo, pero para otros se está transformando en uno más de los inconvenientes post pandemia. Esto porque volver a los espacios públicos de una forma más relajada y sin medidas obligatorias, ha provocado en algunas personas episodios de crisis de ansiedad asociados al miedo a salir al exterior, al contagio y a la interacción con multitudes.
Para el psiquiatra y jefe del Departamento de Salud Mental del Servicio de Salud Coquimbo, Sebastián Prieto, la mayor parte de las emociones que se experimenten producto de este cambio son esperables, lo importante es saber identificar si son parte de algo pasajero o un síntoma de algo más.
“En este tiempo hemos notado un aumento en los cuadros ansiosos, reticencia a los espacios sociales masivos, agorafobia (temor a los espacios abiertos) e incluso aparición y recaída de crisis de pánico. Es muy probable que cada uno de nosotros al menos conozca a alguien que presente estos síntomas, por lo que el apoyo que le brindemos es fundamental para su alivio y para reconocer si son procesos de adaptación normales que van a seguir su curso, o si son indicadores de un problema de salud mental. El círculo más
cercano sin duda es el primer filtro para poder identificar esto. En general, asumimos que las señales de alerta principal son los cambios en la conducta habitual, que llegan a generar interferencia en el desempeño en tareas normales para esa persona”, explica.
Pero la vuelta a un escenario más expuesto socialmente también ha evidenciado otras problemáticas que estaban ocultas producto de la pandemia, sobre todo en Niños, Niñas y Adolescentes (NNA). Son ellos quienes en los últimos años vieron postergadas sus actividades escolares y extraprogramáticas presenciales, teniendo un impacto en la adquisición de herramientas de sociabilización fundamentales, generando síntomas ansiosos y depresivos, consecuencias en el desarrollo de habilidades y herramientas de
colaboración y trabajo en equipo, provocando interacciones que no son adecuadas y no conducen a la resolución, sino a la agudización de los conflictos.
“Efectivamente el tiempo que pasaron en clases virtuales parece haber afectado la forma en que se relacionaban con sus pares, mermó su capacidad de elaborar proyectos conjuntos y el desarrollo de emociones como la empatía, que requieren de la construcción social. En este tiempo hemos tenido una percepción de un mayor número de consultas por ideación suicida y un impacto en el desarrollo de la atención, la concentración y la capacidad de concretar tareas que requieren mayor tiempo. Las explicaciones a esto son variadas, pero probablemente tiene relación con los tiempos que se manejaban a nivel
virtual, donde todo es más automático y no se requiere sostener una concentración por un largo periodo de tiempo”, detalla el psiquiatra.
La virtualidad no solo ha afectado a los más jóvenes, sino que también ha provocado sentimientos de aislamiento y abandono en los adultos mayores, al no manejar con tanta pericia las herramientas virtuales y ver que la gran mayoría de las interacciones se concentraron de forma online. Sin embargo, si hay un grupo que ha visto más dificultosacesta vuelta a la normalidad, y son los que han sufrido el impacto directo del Covid.
Para Sebastián Prieto, estas personas se definen como aquellas que estuvieron hospitalizadas en las Unidades de Cuidados Intensivos, pasaron por algún proceso de ventilación mecánica o lamentablemente sufrieron la pérdida de un familiar cercano producto del virus. “Hay gente que todavía vive las consecuencias de lo que denominamos neurocovid, algunos secundarios a la hipoxia, diversas formas de impacto en el sistema nervioso o las alteraciones de conciencia producto de la intubación y procesos inflamatorios graves, incluso luego de transcurridos estos dos años. Esos procesos generan un daño físico y neurológico, pero además se acompañan de un temor permanente a contagiarse de Covid. A esto debemos sumar las múltiples consecuencias asociadas a los procesos de duelos. Hay que considerar que por cada muerte, hay al
menos unas cuatro personas de duelo, un proceso que ha sido difícil de llevar por el aislamiento y los radicales cambios en los ritos habituales de despedida a los que culturalmente estamos acostumbrados, procesos de los cuales somos todos responsables en el cuidado y acompañamiento, también como Red de Salud Mental”, enfatizó.
Mes de la Salud Mental: ¿dónde pedir ayuda gratuita?
El especialista aclara que el apoyo comunitario y familiar es fundamental en este proceso, como las juntas con amigos, los clubes de personas mayores, juntas de vecinos, consejos consultivos, grupos de autoayuda, entre otros. En el caso de quienes requieran una atención más especializada, pueden acercarse de forma gratuita a su Centro de Salud Familiar (CESFAM) o inscribirse en el que les corresponda de acuerdo a su domicilio (usuarios FONASA).
“No es necesario que consulten solo cuando sientan que el problema es muy grande. Si tienen sospechas de que pueden estar atravesando por un momento complejo, pueden acercarse. Los CESFAM cuentan con un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales, junto a otros profesionales, que pueden detectar un consumo problemático de sustancias, periodos depresivos o cuadros ansiosos. Ellos tienen las herramientas para resolver cerca del 80% de las patologías de Salud Mental, por lo que el llamado es a consultar, ya que una intervención oportuna permite prevenir la complejización de los cuadros, facilitando el propio trabajo del equipo. En esto, podemos apoyarlos de forma gratuita y efectiva”, aconseja el psiquiatra y jefe del Departamento de Salud Mental del Servicio de Salud Coquimbo, Sebastián Prieto.
Además de las atenciones en los CESFAM, en julio de 2020 el Programa Ecológico en Salud Mental del Servicio de Salud Coquimbo lanzó Línea Esperanza, apoyo telefónico gratuito dirigido por voluntarios de la comunidad que busca entregar acompañamiento en situaciones difíciles e incluso coordinar visitas a domicilio o derivaciones médicas en caso de ser necesario.
Los números para consultar con Línea Esperanza están disponibles de lunes a sábado entre las 12:00 y las 20:00 horas:
Lunes (+56) 9 7514 5968
Martes (+56) 9 5728 0756
Miércoles (+56) 9 4278 3520
Jueves (+56) 9 4239 6925
Viernes (+56) 9 5637 2258
Sábado (+56) 9 8186 6038
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