Solo 1 año y 5 meses tiene Santino Muñoz, el pequeño que se convirtió en la persona más joven en someterse a sesiones de oxigenoterapia hiperbárica en el Hospital San Pablo de Coquimbo, tras sufrir una intoxicación por monóxido de carbono que lo afectó a él y a toda su familia.
Todo comenzó hace unas semanas, cuando en la Región de Coquimbo se registraron las temperaturas más bajas del año. La familia Muñoz se encontraba en la casa de una amiga cocinando churrascas junto al fuego, pero producto del frío, al terminar de comer decidieron ingresar el brasero para calefaccionar el hogar.
Al pasar unas horas, el más pequeño de la familia comenzó a actuar extraño y la dueña de casa se sintió muy mareada, tanto así que de un instante a otro perdió el conocimiento. “Al principio teníamos abierta una ventana, pero se enfrió un poco la casa entonces la cerré. Habrá pasado media hora y me empecé a sentir muy mal. Le dije a mi amiga ‘me voy a desmayar’, me tiré en el sillón y perdí el conocimiento. Sentía como el cuerpo me daba vueltas, nunca me había sentido así, ahí fue cuando llamaron a la ambulancia”, señala María José Adones.
Kathya Vega, quien había llegado hasta la casa de su amiga para para compartir junto a toda su familia, recuerda que justo estaban hablando de las personas que se intoxicaban por monóxido de carbono, pero nunca se dieron cuenta de que a ellas les estaba pasando lo mismo. “En un momento el bebé estaba raro, se dormía y despertaba llorando, cosa que es muy inusual, además hacía movimientos extraños, pero pensamos que no era un buen día. Al rato después, María José dice que se siente rara y que se va a desmayar. Yo tenía al bebé en los brazos y veo que se desmaya, entonces Franco, mi pareja, y mi hijo mayor la fueron a asistir, pero no reaccionaba y empezó como a convulsionar, así que la pusimos en el piso y le levantamos los pies mientras llamábamos a la ambulancia. Ahí, recién cuando se desmayó, hicimos la conexión con el brasero, lo sacamos y ventilamos”, comenta.
Más tarde esa noche, el pequeño Santino seguía sin caminar bien y de un momento a otro comenzó a vomitar, por lo que sus padres lo trasladaron hasta el Hospital San Pablo de Coquimbo. “En Urgencias nos dijeron que era una intoxicación por monóxido de carbono. Le hicieron exámenes y lo dejaron hospitalizado, con oxígeno”, complementa su madre.
Sesiones de oxigenoterapia hiperbárica
Como no se puede ver ni oler, el monóxido de carbono es comúnmente conocido como el “enemigo silencioso”, un gas que se encuentra en el humo de la combustión que producen braseros, estufas a gas y otros sistemas de calefacción, y que al inhalarlo afecta la capacidad de los glóbulos rojos para transportar oxígeno. Si bien es potencialmente mortal, quienes sufren intoxicación tienen un buen pronóstico si son tratados en un servicio de urgencia oportunamente.
“Dependiendo del tiempo de exposición, el daño severo es principalmente el cerebral y cardiaco, por eso es importante llegar a tiempo. Esta es la segunda vez que una familia completa llega a iniciar su tratamiento. Es importante atender a los niños porque tienen un cerebro en desarrollo, y a las mujeres embarazadas porque la hemoglobina fetal es más sensible y puede producir mucho daño. Nosotros hacemos seguimiento a los 30 días, a los tres meses y hasta los seis meses para ver si hay signos de daño por el efecto de la intoxicación”, detalla el Dr. Yuri Salinas, médico de la Unidad de Medicina Hiperbárica del recinto porteño.
Cabe destacar que el Hospital San Pablo de Coquimbo es uno de los pocos centros de salud del país que cuenta con una cámara hiperbárica de alta presión, lo que permite realizar un tratamiento de primera línea para el abordaje de la intoxicación por monóxido de carbono.
“Lo que ocurre dentro de la cámara es que la alta concentración, la presión y el oxígeno hiperbárico trata de barrer todo el monóxido que quedó adherido a las células para hacer un efecto desinflamatorio y poder oxigenar el tejido, que es lo que está provocando la mayoría de los síntomas. En el caso particular de esta familia, se hizo una sesión de urgencia de 2 horas y media, y después se los citó para asistir a dos refuerzos más, que son sesiones que duran también dos horas aproximadamente. La evolución ha sido bien favorable, ya que uno de los integrantes tuvo compromiso de conciencia, que es un síntoma grave, y los demás con cefaleas y la guagüita con vómitos y nauseas. Tras ingresar a la cámara ellos evolucionaron súper bien, mejorando la sintomatología y llegando a su última sesión casi la mayoría sin síntomas”, explica Javier Bórquez, enfermero y jefe (S) de la Unidad de Medicina Hiperbárica.
Los cinco integrantes que compartieron esa noche fueron tratados en el Hospital de Coquimbo, atenciones que destacaron por la tecnología empleada y por el gran trato humano que recibieron. “Ha sido una experiencia maravillosa. La atención excelentísima, todos muy cordiales, muy amables. Como tenemos al bebé de 1 año y 5 meses, igual es un poco difícil poder ponerle una máscara de oxígeno, tenerlo tranquilo, pero todo el equipo se ha portado un 10, haciéndole sesiones de títeres, de cuentos por dentro y fuera de la cámara”, señala Kathya Vega.
¿Qué hacer ante una intoxicación por monóxido de carbono?
Las personas expuestas no saben de su intoxicación hasta que aparecen los primeros síntomas, que pueden ser cefaleas, náuseas, mareos, inestabilidad en la marcha, y lo más grave, el compromiso de conciencia y las convulsiones. Por eso, si experimenta alguno de estos síntomas, lo recomendable es acudir de inmediato a Urgencias o llamar al SAMU, evitando así la aparición de un síndrome neurológico tardío, que incluso se puede presentar hasta seis meses o un año después, manifestando cambios en el comportamiento, compromiso de conciencia o alteraciones en la marcha.
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