Una investigación en curso de la U. Católica del Norte (UCN), bajo el alero del CIDTA, mostraría que las algas que varan en la costa chilena se pueden utilizar dentro de la dieta de las gallinas ponedoras. Este dato es relevante, pues en el país existen 16 millones de aves de este tipo, las que requieren 2.000 toneladas diarias de alimento.
El Dr. Pedro Toledo, académico del Departamento de Acuicultura de la UCN, e investigador asociado al CIDTA, explica que algas como el huiros, lechugilla, aquellas asociadas al pelillo, entre otras, existen en abundancia siendo muchas veces retiradas de la playa y enviadas a vertederos. Solo una parte de ellas -de un volumen de biomasa que no está presente en otros puntos del planeta- es recojida y utilizada con fines productivos.
Los datos preliminares fueron entregados durante el taller “Innovación y emprendimiento en torno a la producción de huevos”, organizado por la Corporación Regional de Desarrollo Productivo (CRDP), el Gobierno Regional de Coquimbo y Acelera Innova.
El profesional estudió la composición química de esta flora marina, detectando que poseen diversos tipos de proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y minerales. Esto es relevante “pensando no solo en el huevo, sino también en el bienestar de las gallinas. Las macroalgas tienen compuestos con capacidades antioxidantes, antibacterianas, anti inflamatorias, antivirales. Entonces si podemos incorporar macroalgas con todos estos nutrientes y compuestos, las gallinas, además del huevo, debieran estar en buenas condiciones de vida (…) mejorando el crecimiento, reproducción, supervivencia, resistencia a enfermedades y cambios ambientales”, precisó el académico.
Además del beneficio en las gallinas y huevos, el uso de estos vegetales tendría un impacto económico significativo. Del total de aves ponedoras en el país, el 90% pone todos los días, lo que significa que se producen 350 millones de huevos mensuales. Y en el caso de nuestra zona, eso se traduce en la necesidad de 100 toneladas de alimento. Incorporando macroalgas, disponibles hoy de manera libre en playas, se reduciría los costos de usar harina de maíz o soya, que además se emplean para alimentar a otro tipo de animales y a la población humana.
Por ahora, la UCN continúa con estudios que determinarán con mayor precisión los resultados de su uso en la alimentación de aves ponedoras. A priori, no se han detectado cambios en el sabor u olor de los huevos, aunque la pigmentación de las algas sí podría ayudar a que los huevos también tengan una coloración más intensa.
En el taller también expuso Roberto Solar, ingeniero de la avícola Cerro Campana de Combarbalá, quien entregó tips para los nuevos criadores de gallinas. Uno de los primeros temas que detalló fue el de la crianza libre o en jaulas, explicando las ventajas y problemas que presenta cada una. Si bien en jaulas es más sencillo controlar la alimentación, enfermedades, infraestructura; la segunda permite que los animales tengan una mejor calidad de vida, aportando valor agregado a los huevos. Sin embargo, señaló, esta práctica es la menos extendida, ocupando el 1,2% del total de gallinas ponedoras que existe en Chile.
Más adelante comentó sobre las razas de aves ponedoras y sus características; las diferencias de adquirir gallinas adultas o criarlas desde pequeñas. Solar también entregó recomendaciones sobre la infraestructura para la crianza, explicando que no se recomienda tener más de 5 aves por m2 de galpón, los espacios para comederos y bebederos, y otras consideraciones para los nidos.
Uno de los aspectos que causó más atención fueron los consejos para la crianza. Es frecuente, dijo Solar, que las gallinas se picoteen entre ellas, lo que está dado por condiciones de estrés, que es deber del criador controlar; también entregó información sobre el manejo de enfermedades y los planes de vacunación, así como variables relacionadas a las condiciones de los gallineros. Finalmente, el profesional aportó datos sobre los costos de producción, poniendo como ejemplo las gallinas del plantel que administra Cerro Campana, en que una gallina pone 440 huevos en su vida útil, pero al número 57 ya se ha recuperado la inversión de la compra del animal y crecimiento.
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