“Si la comunidad no entiende la importancia de cuidarse vamos a tener días triste y las personas tendrán que lamentar la pérdida de seres queridos”, con estas palabras el doctor Christian Vargas, se refiere al actual escenario epidemiológico que atraviesa la Región de Coquimbo.
El facultativo trabaja hace quince años en los Servicio de Urgencias de Atención Primaria de la comuna de Coquimbo y hace cuatro en el hospital porteño, por lo que conoce perfectamente los grandes esfuerzos que están realizando los funcionarios de salud para detener y ayudar a los pacientes contagiados.
“Nunca habíamos visto un virus tan agresivo y dañino. Si bien para la pandemia de H1N1 era mucho más el volumen de personas contagiadas, no era tan agresivo, teníamos menos pacientes en las UCI y con requerimiento de ventilación mecánica. En cambio, ahora, vemos cómo rápidamente los pacientes se descompensan y necesitan de una cama crítica”, señala.
El doctor Vargas reconoce que han sido meses difíciles, donde no sólo han lidiado con el cansancio físico debido a los largos turnos, sino que también con un desgaste emocional. “Es angustiante ver cómo familias completas se han contagiado, por no respetar las mínimas condiciones sanitarias. Muchos de ellos nos señalan que participaron en cumpleaños, encuentros familiares o reuniones con amigos. Esto agota emocionalmente, pero hay resiliencia en el equipo, porque sabemos que la Atención Primaria de Salud (APS) está cumpliendo un rol histórico en la pandemia”.
Los profesionales de APS están realizando un trabajo silencioso para poder detener el avance del virus y evitar que aumente el número de hospitalizados. Se encargan de realizar los testeos para identificar nuevos casos asintomáticos, realizar atenciones médicas a personas con síntomas sospechosos de Covid, ejecutar el plan de vacunación y atender las urgencias tanto respiratorias como por otras patologías, consultas que además han aumentado durante las últimas semanas debido al alza de contagios en la región.
A raíz de este complejo escenario epidemiológico, y para evitar una saturación de la red, se extendieron los horarios de funcionamiento de algunos centros de urgencias durante los fines de semana. Vargas explica que esta estrategia ha sido posible gracias al compromiso de los funcionarios de la salud, quienes durante el día trabajan en los CESFAM y en las tardes refuerzan los SAPU y SAR para dar soporte a la red a la red de urgencia. “Si las personas no nos ayudan entraremos a un escenario muy complejo. El personal de la salud no puede solo contra el virus”, señaló el facultativo.
El profesional relata que antes de la pandemia el flujo de atención en un centro de urgencia era muy rápido y ágil, esporádicamente debían atender casos críticos. Sin embargo, desde que comenzó la emergencia sanitaria, este escenario cambió. Los tiempos de espera aumentaron, debido a los aseos terminales que se hacen entre cada paciente; y comenzaron a llegar usuarios más descompensados.
“Esto, además, se incrementó con el aumento de pacientes internados en las UCI. Durante las últimas semanas, hemos tenido que contener y estabilizar durante algunas horas a usuarios graves, antes de ser derivados a un hospital. Por ello, le reiteramos a la comunidad que necesitamos del apoyo de ellos para frenar esta curva. Las camas de los hospitales no son infinitas, porque abrir una cama UCI no sólo significa tener una cama y ventilador, sino que también contar con personal capacitado”.
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