La educación en un contexto como el actual, ha presentado importantes desafíos para los docentes, quienes han innovado en sus prácticas para que sus alumnos puedan continuar con sus aprendizajes a distancia. Ejemplo de ello es el proyecto “Mi casa: una fábrica de biopesticidas”, desarrollado por el docente Ernesto Prado del Liceo Polivalente Padre José Herde Pohler de Canela, que le significó un reconocimiento internacional por parte de la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación, REDUCA.
En total fueron 16 iniciativas reconocidas en Latinoamérica y El Caribe, por suinnovación y por la manera en que los profesores enfrentaron la crisis causada por la pandemia, siendo el profesional de la especialidad agrícola de Canela, el único representante de nuestro país en recibir este importante galardón.
“La pandemia para nosotros ha sido un periodo de aprendizaje tanto para los profesores como para los estudiantes. La educación a distancia era desconocidapara la gran mayoría de nosotros y nos hizo volver a aprender sobre nuevas técnicas y formas de llegar a nuestros alumnos. La verdad es que no esperábamos que nuestro proyecto fuera tan relevante y traspasara nuestras fronteras. Es una noticia que nos tiene muy contentos y a la vez gratamente sorprendidos”, indica el docente.
El profesional agrega que este proyecto surgió a partir de la necesidad de llenar vacíos curriculares que estaban afectando a sus alumnos, producto de las clases a distancia. Ante esa dificultad, el cuerpo docente del Liceo recibió el apoyo y asesoría de la Fundación Educación 2020, que en el marco de la Red Educación Técnica programa de Somos Choapa- alianza de colaboración entre Minera Los Pelambres, el municipio local y la comunidad- que trabaja con los liceos técnicos profesionales de la provincia.
El proyecto premiado responde a la metodología de Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), una de las metodologías promovidas en la Red TP, y que en el caso de los estudiantes de agropecuaria, les permitió adquirir conocimientos acerca del control de plagas, experimentando con residuos vegetales y plantas aromáticas presentes en sus mismas casas, para generar un biopesticida.
Ingrid Barrera, alumna de dicha especialidad, comenta que este tipo de proyectos le ha dado la posibilidad de aprender técnicas de producción agropecuaria de una forma muy diferente a la tradicional. “Fue una experiencia muy buena donde aprendimos a buscar alternativas de control de insectos, pero de una forma más sustentable. Fue entretenido porque fui haciendo el biopesticida con mi familia y de esta forma aprendimos todos”, señala.
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