Han pasado más de 500 días desde que se confirmara la llegada del primer caso de Covid-19 al país y pese a que las cifras de contagio continúan a la baja, los funcionarios de salud siguen combatiendo el virus al pie del cañón en los diferentes recintos asistenciales de la región
Meses duros, donde la llamada primera línea de la salud ha dejado la piel para hacer frente a la pandemia. Héroes silenciosos que se han sumado a este desafío humanitario, dejando muchas veces de lado sus familias y arriesgando en cada jornada su propia salud.
Es el caso de Mario Araya (50), auxiliar de servicio del Hospital de Salamanca, quien estuvo 15 días internado en la UCI y luego en el Servicio Médico Quirúrgico del Hospital de Illapel tras contagiarse de Covid-19 mientras él cumplía sus labores en Urgencia del recinto salamanquino.
Don Mario empezó a sentir decaimiento y mucha tos el pasado 11 de junio, un período crítico en disponibilidad de camas. Cuenta que se tomó el PCR y se fue a casa a realizar su cuarentena preventiva hasta el 14 del mismo mes, día que marcó un antes y un después en su vida.
“Tenía dos opciones: una cama en Coquimbo y una en Illapel. Yo pienso que a Coquimbo no llegaba”.
“Me vinieron a buscar a la casa. Me sentía mal, iba decaído. Luego me pasaron a los box en Urgencia y me dijeron que me tenían que llevar a Illapel. Bueno, cualquier persona en mi lugar hubiera tenido miedo y yo tenía miedo, no quería ir, quería irme para la casa. Hasta que me convencieron y me llevaron a Illapel. Ya después no supe qué más pasó porque la verdad iba mal”, recuerda con pesar Araya.
La lucha de este funcionario contra el Covid-19 se dio en el período más crítico de la pandemia, días de alta tensión en la red asistencial donde la ocupación de camas UCI superaba el 90% a nivel regional. “Tenía dos opciones: una cama en Coquimbo y una en Illapel. Yo pienso que a Coquimbo no llegaba”, reflexiona.
Una nueva oportunidad
Don Mario ingresó grave a la UCI del Hospital de Illapel y fue rápidamente conectado a ventilación mecánica con pronóstico reservado. En esa condición estuvo durante más de 8 días, cuando finalmente despertó. “Estaba en una sala y más allá había un compañero de pieza que también estaba intubado. Y después me acuerdo que tenía sondas en la nariz para comer y oxígeno. Hablaba medio ronco y después empecé a recuperar mi voz”, recuerda.
Luego de cuatro estresantes días, donde el miedo, la angustia y la incertidumbre fueron sentimientos recurrentes en su mente, Mario Araya salió de la Unidad de Paciente Crítico (UPC) para iniciar la segunda parte de su recuperación en el Servicio Médico Quirúrgico. “Me acuerdo que luego pude comer, me hacían levantarme para caminar acompañado porque no tenía fuerza en las piernas y también venían los kinesiólogos para hacerme ejercicios. Ahí recién tuve la oportunidad de hablar con mi hijo por video llamada”, explica este auxiliar de servicio, quien finalmente recibió su alta médica el 29 de junio pasado.
Vacunarse: una lección de vida
En su conmovedor y forzoso relato debido a su complejo proceso de recuperación en la UCI, donde estuvo con riesgo vital, Araya reconoce que cometió un error al no vacunarse cuando pudo haberlo hecho. “Una autocrítica que me hago es que esto fue una decisión que tomé yo, nadie me obligó, nadie me puso la pistola en la cabeza que tienes que vacunarte. Fue una decisión mía, algo que yo tomé y lo asumo porque si me hubiera vacunado, no creo que me hubiera pasado esto”.
Respecto al consejo que le pudiera dejar a las personas, Don Mario comenta que “le hago un llamado a la gente que esto lo tomen a conciencia, esto no es una jugarreta porque yo lo viví en carne propia. Lo viví y por eso lo estoy diciendo, es importante que la gente respete la distancia, el uso de alcohol, el uso de la mascarilla y vacunarse también, para que puedan cuidar a sus familiares”.
Historias como la de este trabajador salamanquino de 50 años dejan en claro el compromiso de los equipos de salud con la gente. Ecos de una pandemia que en poco más de 500 días nos recuerda que este virus sigue presente y que vacunarnos puede ser una lección de vida.
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