El miércoles 16 de septiembre del año 2015, en pleno inicio de fiestas patrias, a las 19:54 PM, un terremoto de 8,4Mw grados en escala de Richter golpeó la Región de Coquimbo. Tras el sismo, un tren de olas azotó las costas de la región, siendo el sector de Baquedano en Coquimbo uno de los lugares más afectados.
A pesar de que ya han transcurrido casi 6 años, este hecho sigue provocando repercusiones a niveles de estudio e investigación. En este sentido, la Mg. Ingrid González y el Dr. Pablo Castro, del Departamento de Psicología de la Universidad de La Serena, junto a los psicólogos egresados Paulina Jamet Rivera y Enzo Cabrera, y en colaboración con Francisco Leal-Soto, de la Universidad de Tarapacá, publicaron un artículo de investigación científica titulado “Generando Teorías Subjetivas Después del Desastre: El Rol de la Personalidad”, con el propósito interpretar las explicaciones que algunas personas elaboraron sobre el terremoto y tsunami vivido en el año 2015.
La Mg. Ingrid González, primera autora del artículo y académica del Departamento de Psicología de la ULS, manifiesta que los eventos catastróficos pueden tener efectos muy variados en las personas e ir desde efectos nocivos a otros positivos. “En términos psicológicos, por ejemplo, una catástrofe puede generar desórdenes psicológicos con duraciones muy variables de tiempo, pero también, el evento puede funcionar como un gatillador de crecimiento personal”, precisa.
El foco de la investigación buscó comprender cómo las personas se explican el evento, información valiosa para profesionales que realizan intervención en crisis. En ese sentido, la académica detalla que varias de las creencias que las personas sostenían fueron positivas, aun cuando aludían al contexto de desastre natural. “Esto es interesante porque en términos de efectos, por lo menos a nivel de creencias, se observó resiliencia por parte de los afectados. Esta característica positiva podría hacernos pensar de un grupo de personas con algún grado de resiliencia, en el sentido que sus creencias buscan contrarrestar situaciones nocivas o perjudiciales”.
Sin embargo, esta característica puede tener implicancias negativas, ya que, a juicio de González, al ser a la vez teorías personales de los afectados, pueden entorpecer acciones proactivas de gestión y búsqueda de ayuda. “En futuras investigaciones sería relevante profundizar en las características y contenido de las creencias explicativas de líderes comunitarios, ya que estas creencias personales en situaciones de desastres trascienden lo personal, y, con un adecuado direccionamiento externo, puede contrarrestar los posibles efectos negativos en la gestión de la ayuda”.
Este estudio se llevó a cabo mediante entrevistas a sujetos de la zona afectada por el terremoto y tsunami y que hayan sufrido algún tipo de pérdida material. Las respuestas fueron categorizadas y se discutió sobre si los resultados podrían favorecer, o no, el crecimiento y bienestar psicológico posterior a la catástrofe. Dentro de los hallazgos surgieron cuatro categorías: implicancias de la personalidad en la reacción ante dificultades; existencia de relación entre personalidad y estilo de afrontamiento; poca importancia de la personalidad al momento de afrontar dificultades, y cambio en la personalidad luego de experimentar una dificultad.
Resultados
Al analizar y relacionar las respuestas con cada categoría, la investigación concluye que en algunos puntos se observó que los entrevistados relacionan rasgos personales, principalmente aspectos de su respuesta emocional, con sus formas de reaccionar ante el desastre. Asimismo, que la personalidad está estrechamente vinculada a la manera general de responder y resolver las dificultades, mientras que otros minimizan el papel de los rasgos personales y dan más importancia a los contextos y las variables externas.
En ese sentido, la relevancia de los resultados y conclusiones del estudio, es que da cuenta de que las explicaciones de la personalidad que las personas tienen, juegan un rol en la vivencia de un evento catastrófico y eventualmente traumático. Es decir, las creencias que las personas sostienen sobre cómo son y cuáles son sus rasgos o características de personalidad, estarían implicada en su modo de enfrentar la catástrofe, abriendo o cerrando posibilidades de acción.
Por otra parte, y en relación con el proceso de crecimiento postraumático, solo un grupo de teorías subjetivas se expresaron como iniciadoras de la acción, mientras que predominó la teoría subjetiva que mantienen e inhiben este tipo de crecimiento postraumático, es decir, justifican el comportamiento pasado y no promueven nuevas acciones. Esto podría tener un impacto negativo en el crecimiento personal después de un desastre.
“Específicamente, cuando analizamos las creencias de los participantes sobre la relación entre personalidad y catástrofe, observamos que la mayoría de ellas permitía que las personas justificaran sus acciones y, de algún modo, encontraran coherencia en una situación tan incontrolable como es la vivencia del terremoto/tsunami, lo que es sumamente positivo. Pero, por otro lado, muy pocas de estas creencias abrían nuevas posibilidades de acción hacia un futuro. Esta información es relevante para los profesionales que realizan intervención en crisis, ya que, probablemente, este tipo de creencias no promueva el crecimiento o desarrollo posterior al trauma”, finalizó la Mg. Ingrid González.
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