Doña Isabel Muñoz Cortes se acerca a la reja de su casa para abrirle a Mi Radio LS. Son 73 años los que acompañan su caminar, 50 de ellos en esa casa roja de calle Manuel Jesús Rivera, en Coquimbo. Un día llegó una persona vinculada a una constructora, ofreciéndole comprar su casa a cambio de algo de dinero y un departamento en el edificio que se iba a construir detrás de su casa.
La nostalgia de casi toda una vida allí no le permitió venderla… y al poco tiempo que comenzaron los trabajos, comenzaron también los problemas. Sus paredes comenzaron a agrietarse y algunas murallas incluso a separarse, provocándole una gran inseguridad. Todo, producto de la excavación que se desarrollaba detrás su terreno, donde iría instalado el edificio. Un día decidió asomarse y vio como el corte quedaba justo al filo de su muro, sin ninguna distancia entre medio.
“Es como una burla en la cara de los vecinos. Da rabia porque uno ni tiene el dinero para arreglar por su cuenta estas cosas y no es justo que otras personas hagan daño a la propiedad que a uno tanto le ha costado. Este terreno es relleno, entonces con mayor razón este terreno va a ceder. Esto ha sido horrible”.
Con el paso del tiempo, las grietas han ido creciendo. En su desesperación, buscó ayuda en el concejal Alejandro Campusano, que se hizo presente en el lugar. Si bien el contacto no se mantuvo, reconocen sí que después de esa gestión se acercaron unos trabajadores y tiraron algo de cemento en el perímetro donde se realizó el corte. El “arreglo” ya se encuentra trizado en algunas zonas y en otras comienza incluso a salirse producto de la tierra y la humedad.
“La desesperación mía ha llegado a tanto que no se a dónde ir a pedir auxilio” cerró una angustiada doña Isabel Muñoz, una de las vecinas afectadas.
Los vecinos aseguran que han pedido ayuda, al municipio, al MOP, a través de cartas y correos electrónicos. Por lo general no obtienen respuesta, y cuando si la reciben, alguien se compromete a ir a ver la situación, pero no llegan.
El Taller de Don Pedro corre peligro
Hace 6 años Don Pedro Alberto Bravo Araya decidió cambiarse de taller y se instaló junto a la casa de doña Isabel. A sus 54 años sigue trabajando la madera. Fabrica diferentes tipos de muebles a pedido en un gran galpón, que hace un año presenta grietas en el muro que colinda con la fallida construcción.
No se quejaron en su momento, pues pensaban que la constructora haría un muro de contención, lo que nunca ocurrió. Un día, limpiando el polvillo que suelta la madera que él mismo trabajo, se percató de la grieta junto al muro que colinda con la construcción.
Él mismo colocó un apoyo para asegurarse que la pared y el techo no se venga abajo. Antes de pensar en que algo podría pasarle a él, dice estar preocupado por sus sobrinos -que viven en una casa junto al taller- y en sus animales. Un temblor, ya en cuarentena, se llevó varias panderetas hacia abajo y la preocupación se transformó en una pesadilla.
“Lo que me molesta es que no haya supervisión de quienes dan los permisos. Se supone que son personas que saben, se suponen que son ingeniores y gente que sabe, uno no tiene idea, pero que alguien compre un terreno y se ponga a hacer un hoyo a su pinta sin que nadie supervise… y después uno va a ser un reclamo y dicen que ellos no pueden hacer nada, que dieron el permiso pero no pueden hacer nada” señaló molesto don Pedro Bravo.
No saben a quién pedir ayuda. A quienes se han acercado les dicen que no tienen autoridad al respecto, o que no es su rol fiscalizar ese tipo de construcciones. Los vecinos, solo quieren una cosa.
“Me gustaría que hicieran un muro de contención. Eso es todo lo que pedimos nosotros, pero mientras no lo haga o no se acerquen, quiero que vean personalmente como están las cosas. Una vez vinieron a ver, pero mas parecía que estuvieran cuidando que no se hubieran robado materiales de la construcción” cerró don Pedro Bravo.
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